Mario llevaba semanas chateando con él por el messenger. Ambos deseaban quedar pero no veían el momento, hasta que Mario dedició provocar un encuentro. Y fue mejor de lo que él esperaba. Quedaron un jueves por la noche. Lo vio acercarse con su pantalon corto vaquero y su camiseta roja con letras blancas en relieve y pensó "me encanta". Pasearon un poco hasta llegar a una parada de autobús donde se sentaron un rato, frente a frente y después de unos minutos charlando, Mario se levantó justo lo suficiente como para acercar sus labios a los de su nuevo amigo que se mostro receptivo ....y se dieron un primer beso, dulce, pausado. Muy rico. Luego hubo un segundo beso, pero su amigo ya se mostró más receptivo y también se movió hasta unir sus labios. Luego decidieron dar un paseo en el coche. Mario deseaba ir despacio, porque las historias que salen bien son las que empiezan despacito, como el buen caldo se hace a fuego lento. Decidió por una vez en su vida tomarselo con calma y dejar la segunda (marcha) puesta, en vez de meter la quinta como habia hecho otras veces en la primera cita. Tenia ganas que hubiese una segunda cita, quizás para disfrutar de la playa en el verano que estaba recien empezando. O darse un baño en la piscina. O cenar en la terraza de casa a la luz de las velas oyendo bossanova y disfrutando de la deliciosa compañía de su nuevo amigo. Hiciesen lo que hiciesen, lo importante era la compañía y deseaba que hubiese una segunda cita que llevase lentamente, sin prisas, a la tercera....
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