A principios de 2005, unas semanas después de presentar a los medios y al público mi primera novela MAÑANA NO ME LLAMES, escribí un texto, que serviría como carta de presentación para trabajar en el periódico de Málaga, LA OPINIÓN. Conseguido tal propósito, comencé como columnista semanal y fui cogiendo práctica en la búsqueda de temas y la escritura posterior de artículos sobre política, cine, o cualquier circunstancia interesante y actual que diese para una columna de 480 palabras o más. Aquí os dejo aquella carta de presentación, que por desgracia sigue completamente vigente......
"Temo acostumbrarme demasiado a una vida más o menos cómoda, con un trabajo estable, una familia que me da estabilidad y otros detalles que hacen que mi vida sea fácil. Por eso no quiero perder ese espíritu bohemio que ha caracterizado mi existencia durante muchos años. No quiero convertirme en un burgués materialista para el que lo único importante sea el dinero, una buena casa, el coche y los demás elementos que configuran nuestras vidas. No quiero pensar en los que tienen poco o nada, solo por Navidad. Ni pasar por delante del vagabundo con el desprecio y la seguridad del que se sabe afortunado. Ni dejar de saborear los pequeños detalles que cuando uno se acostumbra demasiado a ellos, deja de valorar.
Envidio en cierta manera a los jóvenes que se manejan en sus bicicletas, de esas enclenques con ruedas altas y finas, y cuyo sonido de sus timbres al pasar junto a mi, me trasporta a épocas pasadas cuando éstas eran más comunes y cuando los coches no habían invadido nuestras calles y avenidas.
Un conocido pasa por dificultades. Se ha quedado sin trabajo, y el dinero de su última paga se le acaba. Es inmigrante sin papeles, pero de esos cercanos, de la Europa del este. Sin papeles no hay trabajo digno, solo oportunidades para los tiburones de nuestra sociedad de aprovecharse de pobres ciudadanos de segunda, necesitados de una oportunidad y un suelo mínimo, a los que exprimir como naranjas y a los que despojar de toda dignidad. Su vida es muy complicada y difícil en un país que no es el suyo y cuyo idioma es diferente. Por suerte ya lleva dos años aquí y habla español.
Mi vida es fácil. Me compré un piso y ahora se lleva gran parte de mi sueldo. Él vive de alquilier, un alquiler que no va a poder pagar si no encuetra pronto un empresario que le de una verdadera oportunidad de una vida digna. ¿Es este un país solidario? ¿Lo soy yo? Muchas dudas para unas preguntas cuyas respuestas me temo no me gustan.
Vivimos en una sociedad en la que casi todo se compra, acumulamos, compramos sin parar y cuando nos deshacemos de algo, es porque ya no nos sirve o ya no nos gusta. Yo no quiero ser uno de esos. ¿Qué sentido tiene acaparar bienes durante años, mientras alrededor nuestra hay gente que no tiene para comer, para vestir o para dormir abrigados y protegidos de la fría noche invernal?
Esa vida burguesa que no quiero llevar me tiene absorvido y apenas me deja tiempo para escribir, que es una de las cosas que más me apasionan. No consigo avanzar con mi segunda novela, ni adelantar el guión en el que llevo más de cuatro años trabajando. En la vida todo son caminos que hay que tomar. Elecciones que hay que hacer. Yo ahora he elegido estabilidad en un trabajo que me facilita llevar una vida dentro de unos márgenes deseados, tener un pisito donde llevar algunos sueños a cabo, solo o en companía de buenos amigos con quien poder compartirlo todo. "
Han pasado cinco años desde que escribiera esto. Llevo tiempo sin trabajo, sobreviviendo como puedo, gastando lo mínimo y con nueva novela bajo el brazo. Por fin terminé aquella historia en la que estaba enfrascado en 2005. Sigo sin montar mucho en bicicleta aunque ahora que están en marcha las obras del carril bici en varias zonas de la ciudad, puede que sea el acicate que necesito para deselpolvarla y comenzar a usarla. Y volver a los años de juventud en los que es el medio de trasporte más utilizado para los que no tienen un auto o se niegan a perder tiempo en un autobús que se demora más de la cuenta.
Mario uno de los protagonistas de CORAZON DE MUDANZA también se queda sin trabajo, y su amado Pablo lo abandona, abriéndose ante él varios caminos, sendas por las que deambular o no, elecciones que tomar o dejar pasar. Trenes a los que subirse antes que sea demasiado tarde. Para Cristina, otra de las protagonistas de la novela, su cómoda vida se interrumpe bruscamente cuando decide separarse de su marido y recomenzar su vida sola.
En la vida, cuando llegan los momentos de las decisiones y uno tiene el corazón de mudanza, hay que valorar lo uno tiene y decidirse a tomar un camino que nos lleve a.......
Ya sabes que mi corazón es uno de los que describes, que vivo como siento y que sin embargo tanta consecuencia no me sirve para nada...
ResponderEliminarAquí ya no cojo la bici aunque siga sin trabajo pero he encontrado la solidaridad y humanidad de la que carecen las junglas urbanas, en las que tb incluyo a Málaga...
En cambio, sé que teniendo un corazón de mudanza, cuando no es una ruptura o una oportunidad laboral, igualmente siempre acaba surgiendo una excusa, así que no me queda más que aprovechar el momento y exprimir el lugar, que no se sabe cuando soplará viento del sur y para entonces tienen que estar listas las maletas... Con mis gatos, claro, que para eso asumo mi condición de madre soltera.
Tengo unas ganas locas de leerte.
Besos tersos de un pensamiento arrugado.
Omarcito, qué bonitas palabras me escribes. Me encanta!! Lo del viento del sur que mencionas es que ¿no piensas estar mucho tiempo en el norte?
ResponderEliminarYo también tengo ganas que me leas y me des tu opinión que valoro especialmente.
Me alegro que hayas encontrado humanidad por allí arriba, en los tiempos que corren eso es un verdadero tesoro.
Besitos necesitados de Sol.