Hace meses quería contar una historia que nos pasó en Fez y por fin encuentro el momento para narrarla.
Fue un 29 de diciembre, cuando un grupo de amigos estábamos pasando la navidad en Marruecos. Queríamos conocer Chouen y habíamos reservado por internet las habitaciones en un Riad, desde España, pero ahora necesitábamos el transporte para desplazarnos hasta ese bello pueblecito al sur de Tanger. Hablamos con los del Riad en Fez y nos consiguieron un coche con siete plazas para los siete amigos que éramos. Nos dieron el precio, 1300 dirham (unos 13 euros) por persona y nos pareció bien.
A la mañana siguiente, cuando nos reunimos en el Riad para salir, nos llamó el conductor para decir que había un problema, el coche se había averiado, pero tenían otro por 1500 dirham. A la mayoría les parecio un intento de estafa y lo rechazaron. Yo habría accedido la verdad. Entonces comenzó nuestra odisea.
Abandonamos el Riad y nos acercamos a una plaza de la ciudad con cabinas, para llamar a otro posible conductor, el del taxi que nos llevó la primera noche a los hoteles y cuya tarjeta nos había dado. Allí un chico muy simpatico nos dijo que su padre tenía un coche y que nos podía llevar a Chouen. Llamó para preguntar precios y nos ofrecieron 1500 dirham por barba. El mismo precio que nos habían dicho en el hotel, a lo que accedimos. Media hora después nos encontrariamos en una plaza fuera de la medina. Una vez recogidas las maletas en el Riad, nos dirigimos hacia dicha plaza. Al llegar, esperamos cinco minutos a que llegase el coche. Metimos las maletas en el amplio maletero y nos dispusimos a pagar lo acordado pero de pronto, el chico que había parecido simpático hasta ese momento, nos dijo que debíamos pagar 2000 dirham cada uno. ¿¡¡Cómo!!? ¿Pero no eran 1500? Yo pensaba no haber entendido bien, pero estaba muy claro. Eran 2000, en media hora el precio había subido. Todos indignados, dijimos que no, Un NO rotundo. Sacamos las maletas bastante enfadados y maldiciendo nuestra mala suerte y el chico que ya no era simpático, mostró su verdadera cara mientras se encogía de hombros.
Nos dirigimos de nuevo hacia la medina, cabreados y sin saber qué hacer. Ya habíamos perdido más de una hora y aun no teníamos trasporte para Chouen. Odiaba perder el tiempo, cuando ya podíamos estar en camino. Yo hubiera pagado los 200 de más del primer chofer, pero la gente no estaba dispuesta.
Total, que entramos en una tienda del bazar invitados por un vendedor que decía tener alguien que nos llevase, no recuerdo qué precio nos dijo, pero no nos interesó. Fue alucinante que en medio de la negociación, entrase el chico que ahora nos resultaba antipático, e interrumpiendo nos ofrecese no se qué cantidad por llevarnos, pero ya no confiábamos en él.
Dos horas después, cuando intentabamos llamar al conductor del taxi de la primera noche desde una especie de locutorio, un chico nos ofreció llevarnos por 1500. El precio se había repetido varias veces y esta parecía la definitiva. Y en efecto lo era. Volvimos a la misma plaza donde el niñato nos intentó estafar, llegó el conductor con un coche para siete plazas, metimos las maletas en el maletero; nos subimos, negamos una propina al chico que nos había conseguido finalmente nuestro pasaporte a Chouen y comenzamos nuestro viaje, que en cuatro horas nos llevó a nuestro destino. Ya allí entregamos una propina junto al precio acordado por persona, no sin temer que en aquel momento, el amable conductor que apenas había abierto la boca en todo el trayecto, pero que se había mostrado educado y atento en todo momento, nos dijese que el precio era otro.
Toda una odisea como habeís podido comprobar, pero afortunadamente pudimos llegar a la ciudad de las casas de color añil y disfrutar de unos días estupendos, lluviosos pero muy agradables.
En la próxima entrada colgaré algunas fotos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario