Tenía 14 años allá por el año 1985 cuando oí por primera vez Greatest Love of All. Me pareció una canción preciosa y siempre permanecerá en mi memoria como la primera que oí de esta bellísima mujer de sonrisa de dientes blanquísimos y voz aterciopelada que el sábado 12 de febrero nos dejó prematuramente.
Whitney no era de mi familia. Ni era amiga mía. Ni siquiera conocida, a pesar de que estuve en un concierto suyo en Madrid, en noviembre de 1.993. Pero he sentido mucho su muerte. Es curioso cuánto puede entristecerte la desaparición de alguien tan lejano, pero que ha estado contigo en tantos momentos de mi vida. Sus canciones han formado parte de mi existencia durante 27 años, que no es poca cosa. Y su muerte me dejó medio noqueado el domingo por la mañana cuando supe la noticia.
En 1985, no había ipods, ni MP3, todo el audio se escuchaba en un formato físico, nada digital. Lo normal era oírla en la radio por primera vez. Y si tenías dinero, (que yo no), te comprabas el disco o la cassette que podías escuchar en los famosos walkman. Luego vinieron otros sencillos de aquel primer trabajo discográfico titulado Whitney Houston. Canciones maravillosas como You Give Good Love or Saving All My Love For You. Su disco debut tuvo bastante éxito y la catapultó a ser conocida en todo el mundo. Pero eso solo era el principio. The very beginning, como dirían los americanos.
Luego vino el 2º longplay WHITNEY que contenía éxitos, quizás no tan conocidos para la mayoría, como los que llegarían más tarde con la banda sonora de El guardaespaldas. Temas como Just The Lonely Talking Again, Where do broken hearts go, o Didn´t We Almost Have It All, formaban parte de un disco que vendió 25 millones de copias en todo el mundo. El video-clip de este último tema se grabó en vivo, en un concierto en el que Whitney demostraba lo portentosa que era su voz de mezzosoprano. Continuará.....
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